martes, 29 de junio de 2010

Tributo a Ali



Querida Ali

Aunque parezca extraño, esto es lo que me surge en este difícil momento que atravesás.

Simplemente un homenaje a tu persona, a tu constante dedicación y porque no a la postergación de tantas cosas merecidas.

Un abrazo casi tan grande como tu labor.

jueves, 11 de febrero de 2010

'Ella no sabe quien soy, pero yo aún sé quién es ella.'

Me refiero a mi mamá... su mente se ha ido hace bastante tiempo y una, como hija, queda con ganas de escucharla nuevamente, una vez más..., un último pensamiento..., tal vez un hija querida... o aquello que siempre quiso decirme y no lo hizo.

Los milagros no existen y tal vez sus respuestas serían las mismas de siempre, mamá decía "No"...y había que aceptarlo, no brindaba explicaciones, no existía el intercambio de opiniones, era tan cerrada, tan poco afecta a escuchar al otro que una se acostumbró a esa forma de ser.

Debería conformarme el hecho que pudimos haber tenido mejor relación de madre e hija?, llegado este momento de nuestras vidas, es algo que queda inconcluso y sin resolver.

Hay una resignación por aquello que pudo ser y no fue, por tantas palabras que nunca fueron dichas, hechos en los cuales no se puede volver atrás y por lo tanto se perdieron, por secretos de familia, que acepté en su momento y hoy, muy tarde ya...me rebelan y me siguen doliendo.

Y con todo este equipaje a cuestas, una debe continuar viviendo, pero no sin haber aprendido la lección, no hay que guardarse nada, hay que abrir el corazón siempre, decir cuantas veces nos haga felices un te quiero, te necesito...porque cada historia debería tener un final para dar paso a nuevas experiencias, y dialogar...preguntar...escuchar...reír o llorar con el otro...cuando todavía hay tiempo.

martes, 9 de febrero de 2010

Se busca cazador


Recuerdo a Mafalda cuando le dijo a su papá, ante la risa descontrolada de este último: Prefería cuando te hacías una sana malasangre.

¿No les ha pasado sentirse como en la confluencia del triángulo de las Bermudas o que están meados por un elefante? Bueno en mi caso sería un Mamut.

Así estoy desde que se inició el año. Descontando las peripecias que vivo gracias al comportamiento de mis padres, me han sucedido las siguientes cosas:

a) Contraté albañiles. Desde el 8 de enero llueve sin parar.

b) Lo poco que pudieron hacer se malogró cuando mi vecina, debido a las intensas lluvias inundó mi casa.

c) Al día de la fecha y por las mismas razones continúo con el patio sin terminar.

d) Logré alquilar la casa de mis padres. El domingo pasado me llama el inquilino para avisarme que lo dejaron sin trabajo.

e) Mi papá se moviliza con bastón pero desde que vive en mi casa decidió que ir agarrándose de las paredes es la mejor solución. En su afán de apoyo se cuelga de todos lados pero específicamente -con todo su peso- de la puerta de su baño, he arreglado la visagra superior varias veces porque la arrancó de la madera de la puerta, como le puse algo que parece que funciona bien arrancó las dos restantes pero del marco.

f) Durante la semana vivo y trabajo en una ciudad a más de 200 Km. de mi casa. El viernes pasado volví en grúa. Se rompió la correa de distribución de mi auto.

g) Cuando llegué por fin al “hogar dulce hogar”, mis padres en un gesto de buena voluntad habían ordenado cosas que pensaban que yo había dejado fuera de lugar por alguna razón. Eran tres pilas, una para el albañil, otra con elementos para un hogar de ancianos y la última con cosas personales de la que suscribe. Demás está decir que las dejé prolijamente en cajas y sobre algo para que no se mojaran en caso de una nueva inundación.
Acomodaron lo que había según su criterio, con lo cual el albañil –quien afortunadamente no vino- se hubiera llevado mis álbumes de fotos y documentos importantes. Al hogar de ancianos iban dirigidos mis libros y finalmente mi pila que contenía sobres con radiografías y resultados de diversos exámenes médicos fueron colocados estratégicamente por mis viejos en donde entraba agua.
Nota: mi mamá se ofendió ante la impotencia mía de ver todo mojado.

h) Después de sopesar pros y contras (más contras) decidí sacar un crédito y comprarme un vehículo nuevo. Oh sorpresa, desde diciembre el que era más conveniente para mi economía no lo estaban otorgando por un problema con unos descuentos de haberes.

Solicito presupuesto de cazador furtivo para que mate al mamut que está meando mi vida.

sábado, 23 de enero de 2010

Todavía no puedo





Conformarme con hacer lo correcto.
Acostumbrarme a una invasión consentida.
Resignar mis domingos de no hacer nada.
No sentirme irritada con el constante deambular y el repetitivo sonido de fricción de una suela en el piso.
Dejar de sentir la agresión que sufre mi hogar.
Ser inmutable al escrutinio constante.

Todavía no puedo… dejar de sentir cuanto hace que me sentí feliz.

domingo, 17 de enero de 2010

En la rueda de la vida

Por Sergio Sinay
Domingo 17 de enero de 2010

Señor Sinay: leo sus libros, comentarios y reflexiones, me ayudan a pensar, a comprender. Hay un tema que me preocupa y es la relación de los adultos con sus padres. Cuando miro y escucho alrededor, noto que no sabemos dónde ponernos; sentimos enojo, culpa, agotamiento por demandas que nunca alcanzamos a cumplir. En muchos casos, hemos formado familias saludables, somos profesionales que tomamos decisiones cada día, pero frente a ellos retrocedemos y no sabemos qué hacer. Seria buenísimo que nos ayudara a reflexionar sobre esto. Cecilia Viglione.

Hay muchos momentos en la vida en los cuales no sabemos qué hacer. Tres de ellos son especiales; se trata de situaciones por las cuales nunca habíamos pasado antes. Una es nuestra primera infancia. Nada sabemos, todo tenemos que aprenderlo. Otra es cuando nos convertimos en padres y madres. No hay forma de aprender si no es a partir de la presencia de los hijos. Una tercera llega con la vejez de nuestros padres. Sabíamos ser hijos de padres adultos, que nos enseñaban y guiaban, que se hacían cargo de protegernos, cuidarnos y proveernos. Ellos eran autónomos. Pero ahora son, en muchos aspectos, como aquellos niños que nosotros éramos. Es algo inédito. Gira la rueda de la vida. Se suceden los ciclos, no hay modo de detenerlos ni alterarlos. Es cuestión de vivirlos.

También nuestros padres tienen que aprender a ser viejos. No lo habían sido antes. Y acaso lo más inquietante de su vejez es que nos recuerda que un día, si el viaje existencial se cumple naturalmente, nosotros llegaremos a misma estación. Así como hubo un momento en el cual debimos ceder algunos de nuestros intereses porque nuestros hijos pequeños necesitaban de nuestra presencia, asistencia y tiempo, hay una etapa en la cual serán nuestros padres quienes necesitarán eso mismo de nosotros. Nuestros hijos pequeños y nuestros padres ancianos nos recuerdan, desde lugares sensibles, la presencia de los otros en nuestras vidas, los necesarios e inexorables lazos que nos unen a ellos. Así como hemos necesitado a unos para crecer, necesitaremos de los otros para transitar nuestra retirada y nuestra despedida de una manera amorosa.

La vejez de nuestros padres no es algo que ellos nos hacen. Es algo que sucede, les sucede, nos sucede. Una de las más emotivas reflexiones que conozco acerca de esa etapa de la vida es De senectute , memorias del filósofo, periodista y escritor italiano Norberto Bobbio (1909-2004). Bobbio ni engaña ni se engaña; admite que la vejez (la suya fue lúcida y activa) no es fácil de abordar, y concluye: "Quien ha llegado a la edad que yo tengo debería alentar un solo deseo y una sola esperanza: descansar en paz". No se refiere específicamente a la muerte, sino a la aceptación, propia y extraña, de los tiempos, las necesidades, los ritmos, los límites de esa edad. "Sería necio, amén de vano, acicalarse para borrar las arrugas y fingir una juventud que hemos dejado a las espaldas", escribe. Sería igualmente necio, como hijos, reclamarles a esos padres que sean los que ya no son o nunca fueron. Tal reclamo reduce a esos adultos que son los hijos a un estadio infantil. Como dice nuestra amiga Cecilia, profesionales eficientes, cabezas de familia, ciudadanos activos, olvidan de pronto que son adultos, demandan a destiempo, se quejan de responsabilidades que son deberes naturales de la vida, exigen como niños. En definitiva, enturbian una circunstancia existencial que ofrece la posibilidad de comprender, reparar, trascender.

En La felicidad en la familia, la psicoterapeuta y escritora austriaca Elisabeth Lukas señala que cuando las personas ya adultas dejan de juzgar, regañar y exigir a sus padres y, a su vez, éstos ya no escrutan la vida de los hijos, "ambos tienen vía libre para desenmarañar en paz sus enredos y asumir una actitud benevolente ante los nudos que quedan".

Cuando no los violentamos, los ciclos de la vida revelan una secreta y maravillosa armonía. Detectarla es una demostración de sabiduría, de haber aprendido algo. Así es como acabamos cuidando a aquellos que nos cuidaron, siendo pacientes con quienes nos tuvieron paciencia, renunciando a tiempos y urgencias nuestras a favor de aquellos que, en su momento, renunciaron por nosotros a tiempos y urgencias propias. Como dice Lukas, "el que toma sobre sí una carga pesada para aliviarle la carga a otro miembro de la familia, no ha vivido en vano".

De estas pequeñas cosas trata el sentido de la vida.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Un abrazo enorme para Ali






Un abrazo hace tantas cosas...

Por eso, quiero darte uno enorrrrrrrrrrrme y recordarte que estos tiempos difíciles pasarán.

Te quiero amiga. Fuerza.


Un abrazo, es agradable y ahuyenta la soledad.
Aquieta los nervios.
Fortalece la autoestima.
Demora el envejecimiento.
Ayuda a dominar el apetito.
Alivia las tensiones.
Combate el insomnio.
Es democrático.
Para darse no necesita de un lugar especial.
Hace más felices los días difíciles.
Más soportables de los insoportables.
Llena los vacíos de la vida.
Al dar un abrazo se expresa y se hace sentir:

Amor, cariño, seguridad, protección, confianza…
Fortaleza, apoyo, aprecio, amistad, alegría, felicidad…
¿Abrazos? ¿dónde?, ¿cuándo?:

Cualquier lugar es bueno para un abrazo.
A cualquier hora, en la mañana, tarde o noche da igual.
Mejor si el abrazo está acompañado de una sonrisa.
Se debe recordar:

4 abrazos para sobrevivir
8 para mantenerse en pie
12 para crecer.


Te abrazo fuertemente y mucho más de las veces recomendadas.

domingo, 27 de septiembre de 2009

¿Dónde habré dejado los lentes?





De repente mis viejos empezaron a ir de acá para allá dentro de la casa, como mi papá está recien operado fui a ver que pasaba.

Lo veo inclinado adentro de la heladera y le pregunté si estaba bien y si necesitaba algo, su respuesta fue:

Estoy buscando los anteojos de tu mamá.