viernes, 11 de septiembre de 2009

El tema de las mascotas




Una de las cosas que me quedó grabada a fuego fue el siguiente comentario de una amiga:
- Lamentablemente los viejos toman decisiones -en un alto porcentaje- equivocadas.

Tengo una perra, la que por suerte es muy limpia e inteligente. Como no solía quedar nadie en casa, excepto que fuera la señora que limpia, le enseñé que tenía un lugar –el jardín de invierno- para hacer sus necesidades si ocurría que alguna vez no podía aguantar.

En ese lugar, ella tiene los recipientes con su comida y agua, además de un sillón donde se despatarra y toma sol esperando mi regreso.

Con la venida de mis viejos al hogar se empezaron a modificar situaciones en cuanto a los hábitos de mi mascota, a saber:
- Antes comía a la hora que yo regresaba (los granitos los tenía siempre disponibles sólo le agregaba carne), ahora mi mamá la alimenta a más tardar a las diez de la mañana. Ergo, cuando llego ella espera que la alimente como siempre.

- Cuando llega la noche, invariablemente, mi vieja pone en la cocina los recipientes conteniendo agua y comida (¿?) y cierra la puerta de acceso al jardín de invierno.

Van varias mañana que me encuentro con la “simpática” noticia de que mi perra meo en la cocina, yo la retaba porque no entendía esa conducta ya que sólo la hacía –como castigo-cuando la dejaba mucho tiempo sola. Hasta que hoy caí en la cuenta de que la pobre no tenía acceso a “su lugar para emergencias”.

No se imaginan mi alegría al tener que estar a las 6 y pico de la mañana pasando lavandina en la cocina, pero me conmovió mi pobrecita perra ya que andaba escondiéndose para que no la regañara por lo que había hecho.
Conclusión: Tendré que hacer otra ficha anotando estas cuestiones ya que por más que se los diga no lo recordaran a la hora siguiente.

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