viernes, 21 de agosto de 2009

El pedazo de metal en el pan Fargo (Parte II)




Recién llego de buscar a mi papá, por suerte conseguí que lo atendieran en el Hospital en la guardia de odontología.

Este post no es específicamente para hacer catarsis por las “cosas de viejos”, sino para hacerlo respecto del PAMI.

Hoy tenemos en la ciudad un día aciago. Llueve, viento fuerte de mar y como siempre frío, mucho frío.

Mientras llevaba a mis papás en el auto hasta PAMI para presentar las órdenes y que les extendieran las respectivas autorizaciones, no pude dejar de pensar en mi vejez futura.

Porque recordé las idas y vueltas que tienen que hacer no sólo para conseguir un turno sino hasta que finalizan el trámite al arribar a la tan ansiada consulta. Desconozco las razones para que las prestaciones que necesitan tengan tantos vericuetos burocráticos (si alguien lo sabe que me informe por favor).

Pero me pregunto ¿No es más atinado tener un box en los hospitales o lugares donde hacen las prestaciones para sus afiliados? ¿No es brindarles una mejor calidad de atención a los pobres viejos?

No se imaginan la tristeza y desesperanza que da verlos en un clima inhóspito como este yendo y viniendo porque no siempre les informan como es debido, ello sumado a que con la miseria que cobran no pueden darse el lujo de circular por la ciudad en taxi o remise.

Señores del PAMI de todo el país -porque esto no solo pasa en el culismundis-
Abogo porque destinen, para las autorizaciones, a algunos de sus empleados en hospitales o lugares de prestación masiva de servicios.

La vejez, fragilidades de memoria y física sumadas a cualquier enfermedad en curso hacen ciclópea la tarea de conseguir la aprobación para la consulta respectiva.

Atte. Li

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